Hablan entonces las máscaras, y ella le declara su amor:yo no soy la aventura ... no soy la amante que sale al encuentro de su amado para pasar con él una noche. No soy la tonta ilusionada que espera a un hombre sin tener esperanza alguna, que espera a un fantasma, el fantasma de la felicidad.
No soy la joven esposa que, al estar casada con un anciano, sueña con unos brazos más vigorosos, con el beso de unos labios más ardientes, y que sale en medio de la noche nevada a busar la ocasión y el consuelo.
No soy la dama aburrida que no puede resistirse a tu fama y que se lanza a tu paso, ni la sentimental joven de provincias incapaz de resistir la presencia de su atractivo novio de antaño. No soy ni tonta ni lujuriosa ... soy la vida misma, amor mío".
Le explica entonces cómo será su vida juntos, todos los sacrificios que ella hará por él:yo habré de pasar mucho tiempo sola, seré una solitaria a los ojos del mundo, me abandonarás en muchas ocasiones, y yo no seré feliz en el sentido que buscan la mayoría de personas, que anhelan trinos y besuqueos.
Pero mi vida tendrá sentido, tendrá un contenido, un contenido quiza pesado y penoso. Lo sé todo, Giacomo, porque te amo. Soy fuerte como un luchador, porque te amo. Seré sabia como el papa, porque te amo.
Me perfeccionaré en la escritura y aprenderé a jugar las cartas; ya estoy aprendiendo a marcar el rey y el loco de manera que nadie se dé cuenta ... Estaré tan guapa, Giacomo, que cuando tengamos dinero y me compres joyas, vestidos de seda y terciopelo y me lleves a la ópera de Londres al palco que hayas alquilado para mí, todo el público se fijará en mí, sin preocuparse más del espectáculo; tú estarás a mi lado, contemplaremos a la multitud con frialdad e indiferencia, yo no repararé en nadie y todos sabrán que la más bella de las mujeres es la tuya y que sólo te pertenece a ti. Eso te gustará porque eres vanidoso, vanidoso de una manera inhumana".
El sacrificio va más allá:"Puedes hacer conmigo lo que quieras, Giacomo. Puedes venderme al primo Luís para su harén de Versalles, puedes incluso vendreme en porciones, pero tú sabrás que, cuando algún hombre desconocido se funda en mis brazos, yo seguiré siendo exclusivamente tuya.
Podrás prohibirme que mire a otros hombres, podrás deformar mi rostro y mi cuerpo, ¡por supuesto que sí!... Podrás cortarme el cabello, podrás marcar mis senos con el atizador ardiente, podrás infectar mi cuerpo con cualquier enfermedad, y podrás comprobar, sin embargo, que yo seguiré estando guapa para ti, porque encontraré las medicinas, prepararé los brebajes, conseguiré que se me mude la piel y me crezca el cabello, por si quieres volver a amarme, por si deseas que yo te vuelva a gustar".
Giacomo contestará que todo lo que ella ofrece es poco; ella constata que es poco, pero tiene más para ofrecer................
Fragmento Sándor Márai, "La amante de Bolzano".Me encanta se los recomiendo mucho existe una pelicula pero es una barbaridad nada que ver.